domingo, 23 de abril de 2017

DESAFÍO Nº 10: SÉ COMPASIVO CONTIGO MISMO/A: 




Recientemente he leído un libro sobre autocompasión: Sé amable contigo mismo. La autora Kristin Neff es una psicóloga experta en mindfulness y que ha realizado numerosas investigaciones sobre la compasión y autocompasión. Y entre otras cosas, ha descubierto que la autocompasión tiene un papel muy relevante en nuestra salud mental, y la compasión conlleva unas mejores relaciones sociales y de pareja. 


Siempre he tenido manía al término “compasión”, al que identificaba con "lástima" por el punto de minusvaloración que creía conllevaba; nadie queremos que tengan lástima de nosotros, y mucho menos “autocompadecernos”, sentirnos víctimas. Pero autocompasión no es lástima, no es pena, no es sentirse víctima, no es decir "pobre de mí".

Entonces, ¿qué es la autocompasión? ¿En qué se diferencia de la autoestima?

La autoestima consiste en valorarme positivamente respecto a determinadas cualidades. El problema es que para valorarnos positivamente, tenemos que compararnos. En nuestro mundo competitivo parece que sólo podemos estar bien si nos sentimos por encima de la media, si nos sentimos especiales y mejores que los demás. Como no siempre saldré bien en la comparación con el otro, o bien distorsiono lo que observo para verle peor que yo, o bien mi auto-valoración pasará a ser negativa (porque me siento por debajo), sintiéndome mal por ello.

Si para verme bien conmigo mismo/a tengo que sentirme por encima de ti, tengo que subestimarte. Si para verme bien conmigo misma/a tengo que echarte la culpa cuando tenemos problemas, mis relaciones se van a resentir. Si para verme bien conmigo mismo/a tengo que ser perfecta/o, cualquier evidencia de defecto, error, debilidad, es amenazante para mi seguridad emocional. Ante los errores solo puedo entonces: no admitirlos, echarle la culpa a otros o sentirme mal.

Lo natural, lo humano, es tener defectos, meter la pata, no decir siempre lo correcto, equivocarnos, cometer errores. Pero parece como si nos hubieran dado un guión de vida que nos exigiera el cuerpo de medidas perfectas, la competencia profesional, las relaciones siempre acertadas, la frase correcta…


Entonces, ¿cómo puedo estar bien conmigo misma/o, cuando es evidente que cometo errores, que meto la pata, que tengo muchísimos defectos?

La solución pasa por dejar de juzgarnos, de etiquetarnos, de compararnos, de medirnos y por tratarnos con la misma amabilidad, respeto y cariño con los que trataríamos a una buena amiga o amigo.

La autocompasión se refiere a sentirnos bien tal y como somos, con nuestras virtudes y nuestros defectos. Entender que nunca vamos a ser perfectos, que vamos a fallar, a cometer errores, y tener una actitud comprensiva, compasiva y tratarnos con cariño cuando eso ocurre.

A los amigos no les pedimos que sean perfectos. Conocemos sus puntos débiles y aún así, les queremos, les apoyamos y consolamos cuando tienen problemas. Les animamos a llegar, a crecer, a avanzar. La autocompasión no conduce a esforzarnos menos, sino todo lo contrario.

Curiosamente, a pocas personas tratamos tan mal como a nosotros/as mismos/as. Somos nuestro crítico más implacable, no dejándonos pasar ni una. Y nos cuesta abandonar el látigo de la crítica pues tememos que si no estamos fustigándonos, nos abandonaremos en un estado de autocomplacencia y pereza, en el egoísmo más terrible. Pero, ¿no te ha pasado que el propio miedo a cometer errores ha hecho que no te embarcaras en proyectos que te ilusionaban por temor a meter la pata? ¿No has postergado tareas que te parecían difíciles, no por no saber afrontarlas sino por la autocrítica que te espera cuando no haces las cosas tan bien como te exiges? La crítica, sea externa o interna, paraliza, quita fuerzas, desanima, aleja.

¿Qué te motiva más ante un error: el comentario compasivo de un amigo que dice “lo estás pasando mal pero puedes con ello” o la crítica implacable (normalmente procedente de nuestro interior) diciendo “eres un imbécil, nunca harás nada bien”?




Es difícil liberarnos de la autocrítica, sobre todo si hemos tenido referentes exigentes y críticos, habiéndose quedado en nuestro interior esa vocecilla que nos increpa cuando algo nos sale mal. Además la crítica nos da cierta sensación de control: “vale, soy un estúpido, pero al menos soy lo suficientemente listo para darme cuenta, no hace falta que me lo digas, ya me lo insulto yo”. 

La compasión hacia nosotros mismos requiere tomar conciencia de nuestro propio sufrimiento: de cometer errores, de no haber dicho o hecho lo correcto, de meter la pata, de tener un cuerpo imperfecto, de no cumplir los estándares, de no sentirnos lo suficientemente comprendidos o queridos.... No negar la experiencia, no negar el dolor ni ignorarlo, sino estar presente, darnos cuenta cómo nos afecta en el cuerpo y a nivel emocional esa situación (ese comentario, ese rechazo, esa bronca que acabamos de tener, esa metedura de pata…).



Requiere entender que cometer errores es parte de nuestra humanidad común, que todos estamos en el mismo barco, que todos tenemos puntos fuertes y débiles. Los humanos somos maravillosamente imperfectos… Deja de aspirar a ser el/la mejor, el más fuerte, el más guapo, la más lista. Eres estupendo/a en unas cosas, mediocre en otras, un desastre en muchas… ¡Eres humano/a!

Y por último, consolarse activamente ante las dificultades, ante el dolor. Trátate con amabilidad. Date permiso para sentir el dolor,  cuidarte y consolarte: “esto que estoy pasando me duele, me estoy sintiendo fatal. Siento una opresión en el pecho o … . Es normal que me sienta así, nadie es perfecto. ¿Qué tal si me doy un paseo para calmarte?, luego me sentiré mejor”. Trátate con bondad, con comprensión, como lo harías con un buen amigo/a. Ya sé, resulta raro al principio.




DESAFÍO: Sé autocompasivo ante tus errores:
  1. La siguiente vez que metas la pata (que lo harás, eres humano/a) o que discutas con alguien, o que alguien te critique... o cualquier otra cosa que te haga sentir mal, toma conciencia de cómo te sientes: intenta ponerlo en palabras “me siento….”, y observa dónde lo sientes en el cuerpo. Aunque normalmente no seamos conscientes, cada emoción la sentimos en el cuerpo de alguna forma. Observa si ha surgido alguna crítica interna de forma automática, cómo ha sido tu diálogo interno. 
  2. Reconoce que es humano cometer errores, o sentirse mal.
  3. Imagínate que un amigo/a te cuenta que se siente así. ¿Qué harías? ¿Cómo le consolarías? ¿Empatizarías con él? ¿Le transmitirías tu apoyo? ¿Le animarías a seguir en la brecha?
  4. Dirígete a ti mismo/a alguna de esas frases. La que más te guste, grábatela mentalmente para utilizarla en las siguientes ocasiones (que llegarán, seguro). Si hay alguna acción que te puede ayudar (respirar profundamente, dar un paseo, hablar por teléfono, abrazar a alguien), hazlo.
  5. Observa cómo te sientes, cómo sientes el dolor ahora, cómo sientes el cuerpo.
¿Ha sido interesante la experiencia?

¿Ha sido distinto a la última vez que te autoflagelaste por meter la pata?


¿Te ha resultado difícil?

¿Te da miedo dejar de criticarte?

¿Cómo cambiaría tu vida si comenzaras a cuidarte así?

¿Crees que tendrías más energía para tus relaciones, para tus proyectos o menos?

Me encantará escuchar tus reflexiones, si las dejas en los comentarios.


Si todavía tienes reticencias hacia la compasión, te dejo un enlace a una charla de Kristin Neff:  










Puedes encontrar más en youtube y en TED. 

 











6 comentarios:

  1. Completamente de acuerdo...mi peor enemigo puedo llegar a ser yo misma. Intentaré mimarme más😊.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ánimo con ello. Ya verás cómo tu estado de animo lo agradece. :)

      Eliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  3. Me ha encantado tu blog Beatriz y lo que comentas de ser perfecto, de no permitirte un error, etc., define muy bien como era mi vida hasta ahora y como esa forma de vivir me ha conducido varias veces a la depresión. Estos últimos días mi actitud ha cambiado en la línea que propones y me siento feliz, con ganas de vivir y de compartirlo con los demás. Mi reto ahora es que esta actitud se mantenga en el futuro y artículos como el tuyo me ayudan muchísimo. Muchas gracias!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Me alegro mucho que te haya gustado, Ana, y que te ayude. No es fácil cambiar los hábitos, pero poquito a poquito podemos hacer mucho. Y si, de vez en cuando, volvemos a caer en los viejos patrones de autoflagelación, en cuanto nos demos cuenta, aplicar la atención y la compasión. Todos estamos en el camino de la vida, aprendiendo poco a poco, tropezando a veces y levantándonos siempre. Un beso grande

      Eliminar
  4. Com-padecerse es padecer junto al otro. En el fondo es una forma de empatía. Qué importante tener compasión con uno mismo.
    Yo a veces hago un ejercicio con las personas para que se recuerden a sí mismos de pequeños y reflexionen sobre cómo han tratado durante toda su vida a ese niño. Cómo merece ser tratada esa persona de aquí en adelante.
    También qué importante poder hacerlo con nosotros mismo en un ejercicio de congruencia hacia el otro.
    Un abrazo!

    ResponderEliminar