Recientemente he leído
un libro sobre autocompasión: Sé amable contigo mismo. La autora Kristin Neff es una
psicóloga experta en mindfulness y que ha realizado numerosas
investigaciones sobre la compasión y autocompasión. Y entre otras
cosas, ha descubierto que la autocompasión tiene un papel muy
relevante en nuestra salud mental, y la compasión conlleva unas
mejores relaciones sociales y de pareja.
Siempre he tenido manía al término “compasión”, al que identificaba con "lástima" por el punto de minusvaloración que creía conllevaba; nadie queremos que tengan lástima de nosotros, y mucho menos “autocompadecernos”, sentirnos víctimas. Pero autocompasión no es lástima, no es pena, no es sentirse víctima, no es decir "pobre de mí".
Entonces, ¿qué es la autocompasión? ¿En qué se diferencia de la autoestima?
Entonces, ¿qué es la autocompasión? ¿En qué se diferencia de la autoestima?
La autoestima consiste en
valorarme positivamente respecto a determinadas cualidades. El
problema es que para valorarnos positivamente, tenemos que
compararnos. En nuestro mundo competitivo parece que sólo podemos
estar bien si nos sentimos por encima de la media, si nos sentimos
especiales y mejores que los demás. Como no siempre saldré bien en
la comparación con el otro, o bien distorsiono lo que observo para verle peor que yo, o bien mi auto-valoración
pasará a ser negativa (porque me siento por debajo), sintiéndome mal por ello.
Si para verme bien
conmigo mismo/a tengo que sentirme por encima de ti, tengo que
subestimarte. Si para verme bien conmigo misma/a tengo que echarte la
culpa cuando tenemos problemas, mis relaciones se van a resentir. Si
para verme bien conmigo mismo/a tengo que ser perfecta/o, cualquier
evidencia de defecto, error, debilidad, es amenazante para mi
seguridad emocional. Ante los errores solo puedo entonces: no admitirlos, echarle la
culpa a otros o sentirme mal.
Lo natural, lo humano, es
tener defectos, meter la pata, no decir siempre lo correcto,
equivocarnos, cometer errores. Pero parece como si nos hubieran dado
un guión de vida que nos exigiera el cuerpo de medidas perfectas, la
competencia profesional, las relaciones siempre acertadas, la frase correcta…
Entonces, ¿cómo puedo estar bien conmigo misma/o, cuando es evidente que cometo errores, que meto la pata, que tengo muchísimos defectos?
La solución pasa por
dejar de juzgarnos, de etiquetarnos, de compararnos, de medirnos y
por tratarnos con la misma amabilidad, respeto y cariño con los que
trataríamos a una buena amiga o amigo.
La autocompasión se refiere a
sentirnos bien tal y como somos, con nuestras virtudes y nuestros
defectos. Entender que nunca vamos a ser perfectos, que vamos a
fallar, a cometer errores, y tener una actitud comprensiva, compasiva
y tratarnos con cariño cuando eso ocurre.
A los amigos no les
pedimos que sean perfectos. Conocemos sus puntos débiles y aún así,
les queremos, les apoyamos y consolamos cuando tienen problemas. Les
animamos a llegar, a crecer, a avanzar. La autocompasión no
conduce a esforzarnos menos, sino todo lo contrario.
Curiosamente, a pocas
personas tratamos tan mal como a nosotros/as mismos/as. Somos nuestro
crítico más implacable, no dejándonos pasar ni una. Y nos cuesta
abandonar el látigo de la crítica pues tememos que si no estamos
fustigándonos, nos abandonaremos en un estado de autocomplacencia y
pereza, en el egoísmo más terrible. Pero, ¿no te ha pasado que el
propio miedo a cometer errores ha hecho que no te embarcaras en
proyectos que te ilusionaban por temor a meter la pata? ¿No has
postergado tareas que te parecían difíciles, no por no saber
afrontarlas sino por la autocrítica que te espera cuando no haces
las cosas tan bien como te exiges? La crítica, sea externa o
interna, paraliza, quita fuerzas, desanima, aleja.
¿Qué te motiva más
ante un error: el comentario compasivo de un amigo que dice “lo
estás pasando mal pero puedes con ello” o la crítica implacable
(normalmente procedente de nuestro interior) diciendo “eres un
imbécil, nunca harás nada bien”?
Es difícil liberarnos de
la autocrítica, sobre todo si hemos tenido referentes exigentes y
críticos, habiéndose quedado en nuestro interior esa vocecilla que
nos increpa cuando algo nos sale mal. Además la crítica nos da
cierta sensación de control: “vale, soy un estúpido, pero al
menos soy lo suficientemente listo para darme cuenta, no hace falta
que me lo digas, ya me lo insulto yo”.
La compasión hacia
nosotros mismos requiere tomar conciencia de nuestro propio
sufrimiento: de cometer errores, de no haber dicho o hecho lo
correcto, de meter la pata, de tener un cuerpo imperfecto, de no
cumplir los estándares, de no sentirnos lo suficientemente
comprendidos o queridos.... No negar la experiencia, no negar el
dolor ni ignorarlo, sino estar presente, darnos cuenta cómo nos
afecta en el cuerpo y a nivel emocional esa situación (ese
comentario, ese rechazo, esa bronca que acabamos de tener, esa
metedura de pata…).
Requiere entender que
cometer errores es parte de nuestra humanidad común, que todos
estamos en el mismo barco, que todos tenemos puntos fuertes y
débiles. Los humanos somos maravillosamente imperfectos… Deja de
aspirar a ser el/la mejor, el más fuerte, el más guapo, la más
lista. Eres estupendo/a en unas cosas, mediocre en otras, un desastre
en muchas… ¡Eres humano/a!
Y por último, consolarse
activamente ante las dificultades, ante el dolor. Trátate con
amabilidad. Date permiso para sentir el dolor, cuidarte y
consolarte: “esto que estoy pasando me duele, me estoy sintiendo
fatal. Siento una opresión en el pecho o … . Es normal que me
sienta así, nadie es perfecto. ¿Qué tal si me doy un paseo para
calmarte?, luego me sentiré mejor”. Trátate con bondad, con
comprensión, como lo harías con un buen amigo/a. Ya sé, resulta
raro al principio.
DESAFÍO: Sé autocompasivo ante tus errores:
- La siguiente vez que metas la pata (que lo harás, eres humano/a) o que discutas con alguien, o que alguien te critique... o cualquier otra cosa que te haga sentir mal, toma conciencia de cómo te sientes: intenta ponerlo en palabras “me siento….”, y observa dónde lo sientes en el cuerpo. Aunque normalmente no seamos conscientes, cada emoción la sentimos en el cuerpo de alguna forma. Observa si ha surgido alguna crítica interna de forma automática, cómo ha sido tu diálogo interno.
- Reconoce que es humano cometer errores, o sentirse mal.
- Imagínate que un amigo/a te cuenta que se siente así. ¿Qué harías? ¿Cómo le consolarías? ¿Empatizarías con él? ¿Le transmitirías tu apoyo? ¿Le animarías a seguir en la brecha?
- Dirígete a ti mismo/a alguna de esas frases. La que más te guste, grábatela mentalmente para utilizarla en las siguientes ocasiones (que llegarán, seguro). Si hay alguna acción que te puede ayudar (respirar profundamente, dar un paseo, hablar por teléfono, abrazar a alguien), hazlo.
- Observa cómo te sientes, cómo sientes el dolor ahora, cómo sientes el cuerpo.
¿Ha
sido interesante la experiencia?
¿Ha
sido distinto a la última vez que te autoflagelaste por meter la
pata?
¿Te
ha resultado difícil?
¿Te
da miedo dejar de criticarte?
¿Cómo
cambiaría tu vida si comenzaras a cuidarte así?
¿Crees
que tendrías más energía para tus relaciones, para tus proyectos o
menos?
Me
encantará escuchar tus reflexiones, si las dejas en los comentarios.
Puedes encontrar más en youtube y en TED.
Completamente de acuerdo...mi peor enemigo puedo llegar a ser yo misma. Intentaré mimarme más😊.
ResponderEliminarÁnimo con ello. Ya verás cómo tu estado de animo lo agradece. :)
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarMe ha encantado tu blog Beatriz y lo que comentas de ser perfecto, de no permitirte un error, etc., define muy bien como era mi vida hasta ahora y como esa forma de vivir me ha conducido varias veces a la depresión. Estos últimos días mi actitud ha cambiado en la línea que propones y me siento feliz, con ganas de vivir y de compartirlo con los demás. Mi reto ahora es que esta actitud se mantenga en el futuro y artículos como el tuyo me ayudan muchísimo. Muchas gracias!!!
ResponderEliminarMe alegro mucho que te haya gustado, Ana, y que te ayude. No es fácil cambiar los hábitos, pero poquito a poquito podemos hacer mucho. Y si, de vez en cuando, volvemos a caer en los viejos patrones de autoflagelación, en cuanto nos demos cuenta, aplicar la atención y la compasión. Todos estamos en el camino de la vida, aprendiendo poco a poco, tropezando a veces y levantándonos siempre. Un beso grande
EliminarCom-padecerse es padecer junto al otro. En el fondo es una forma de empatía. Qué importante tener compasión con uno mismo.
ResponderEliminarYo a veces hago un ejercicio con las personas para que se recuerden a sí mismos de pequeños y reflexionen sobre cómo han tratado durante toda su vida a ese niño. Cómo merece ser tratada esa persona de aquí en adelante.
También qué importante poder hacerlo con nosotros mismo en un ejercicio de congruencia hacia el otro.
Un abrazo!