martes, 11 de diciembre de 2018

PRIMEROS AUXILIOS PSICOLÓGICOS




Los Primeros Auxilios Psicológicos son técnicas efectivas para ayudar psicológicamente a las personas afectadas por un incidente traumático, aplicándose en las primeras horas tras el impacto. Con su aplicación se busca reducir el nivel de estrés que sufre la persona y se fomenta la adaptación futura. No todas las personas que experimentan una situación de crisis necesitarán o querrán atención. No se debe forzar la ayuda, sino estar disponible para aquellos que puedan desear el apoyo. 

El trauma es una experiencia relativamente común: accidentes, fallecimientos repentinos de seres queridos, desastres naturales, haber sufrido una agresión física o sexual... 

Una de cada 7 personas puede que desarrolle trastornos emocionales a largo plazo, en relación con este trauma: trastorno de estrés postraumático, insomnio, ansiedad, depresión, síntomas somáticos. 

¿Para qué?
Los primeros auxilios psicológicos  no sólo son efectivos para aliviar el sufrimiento emocional de la persona que acaba de experimentar una situación traumática. También sirven para prevenir secuelas futuras, como el Síndrome de Estrés Postraumático.

¿Quién puede prestarlo?
Cualquier persona entrenada, no se requiere ser psicólogo/a o psiquiatra.  

¿Cuándo y dónde?

En las primeras 72 horas tras el suceso traumático, y en el lugar seguro más cercano posible. Es importante que haya cierta privacidad, y que la persona no siga expuesta a la visión del incidente. 

¿Cuándo no?
En personas con ideación suicida, con riesgo de agresión a otras personas, que hayan perdido por completo el contacto con la realidad, trastorno psiquiátrico descompensado (alucinaciones o delirios) o crisis de pánico graves, es conveniente que sea atendido inmediatamente a un profesional de la salud mental.


PROTOCOLO DE PRIMEROS AUXILIOS PSICOLÓGICOS:

0. Actitud previa de calma y respeto. Presentación y ofrecimiento.

1. Escucha empática

2. Ventilación emocional

3. "Prestar cerebro": priorizar y atender necesidades. Resolver problemas.

4. Ayudarle a contactar con la red de apoyo.

5. Psicoeducación preventiva.


PRESENTACIÓN Y OFRECIMIENTO:

Para poder ayudar, es importante que transmitamos sensación de calma y seguridad. Por ello, si es necesario, emplearemos unos momentos en equilibrarnos emocionalmente (por ejemplo, con alguna técnica de respiración ). 

Antes de cualquier intervención, debemos presentarnos, con nuestro nombre y nuestra función o rol, y preguntarle si necesita ayuda y, por supuesto, respetar si la persona no quiere hablar con nosotros. Puede que la persona no quiera hablar pero sí estar acompañada en silencio.  

Un buen acercamiento es la clave para la correcta y efectiva aplicación de los Primeros Auxilios Psicológicos, ya que establece el tono que va a tener toda la relación.


1. ESCUCHA EMPÁTICA:

A continuación le preguntaremos por su situación, qué le ha ocurrido, qué necesita, en qué podemos ayudarle.  En cualquier situación difícil, la escucha y el contacto respetuoso calman. La escucha empática es una forma de escuchar distinta de la habitual: es una actuación en la que observamos con todos nuestros sentidos cómo se encuentra esa persona: lo que nos transmite y lo que no, sus emociones, sus miedos, etc. Es una escucha en la mantenemos contacto ocular e incluso, si la persona lo necesita y lo acepta, podemos cogerle la mano o tocarle un hombro, con una actitud de máximo interés y respeto.

2. VENTILACIÓN EMOCIONAL:




Tras un trauma, la persona puede reaccionar con emociones de todo tipo: puede tener una crisis de llanto, respuestas de ansiedad extrema, negar lo que está ocurriendo, enfadarse, bloquearse e, incluso, disociarse. 

En la negación, la persona no puede asumir emocionalmente la situación, por lo que su cerebro lo niega, como si no pasara nada. De nada sirve insistir para que lo acepte y comprenda, hay que dar tiempo para que su cerebro lo pueda ir asumiendo a pequeñas dosis. 

En las crisis de llanto, permitiremos que la persona ventile (exprese) sus sentimientos, estando ahí, acompañándole y escuchándole, simplemente acompañando en silencio. 

Si la persona manifiesta una actitud agresiva, entenderemos que no tiene que  ver con nosotros (aunque dirija su ira hacia nosotros), sino que tiene que ver con la situación. Intentaremos mantener una actitud firme y calmada, evitando que haga daño a nadie, y no entrando en "escalada" con él o ella. 

Cuando la persona muestra signos de ansiedad, podemos ayudarle a reducirla con algunas técnicas (respiración diafragmática, técnicas de enraizamiento), si las conocemos. Si no conocemos ninguna técnica, de nuevo simplemente nuestra presencia y escucha puede ayudar. 

En situaciones de disociación, debemos ayudar a volver a conectar su cerebro con el presente. En próximas entradas publicaré algunas técnicas para ello. 



3.- "PRESTARLE NUESTRO CEREBRO": PRIORIZAR Y ATENDER NECESIDADES, SOLUCIÓN DE PROBLEMAS PRÁCTICOS. 

En las situaciones de amenaza, toma el control el cerebro emocional, en concreto una parte de él diseñada específicamente para responder en situaciones de extremo peligro (la amígdala). Las respuestas que dan las personas (y los animales) en situaciones de peligro se limitan a tres opciones: 
- Luchar
- Huir
- Congelarse

Estas tres opciones son las que facilitan en todo el reino animal el afrontar una situación de peligro. 
El problema es que cuando el cerebro emocional toma el mando, el cerebro más pensante (el que sopesa, razona, contempla las consecuencias..., es decir, el córtex prefrontal)  se desconecta parcial o totalmente. 

Por ello, a la persona que está viviendo una situación traumática, puede que le cueste pensar, razonar, escuchar explicaciones complejas, leer instrucciones...



En estas ocasiones, debemos ayudar a la persona a pensar, a priorizar sus necesidades y lo que debe hacer para cumplirlas. Le escucharemos, le preguntaremos, y le ayudaremos con instrucciones simples, cortas y repetidas. Le ayudaremos a cubrir sus necesidades básicas: agua, comida, información práctica, etc. Esto ayudará a reducir su ansiedad e incertidumbre. 


4.- CONECTAR CON LA RED DE APOYO: 

En estas situaciones es importante ayudar al afectado a conectar con su familia o con una persona de apoyo. No debemos dejarle solo, sólo nos marcharemos cuando llegue alguien de su red de apoyo, o en su defecto, nuestro relevo. 

5.- PSICOEDUCACIÓN: 
Antes de marcharnos, podemos explicarle a la persona afectada que será normal que se encuentre mal durante un tiempo, y que es normal presentar algunos síntomas de estrés, como insomnio, pesadillas, estado de ánimo bajo, estar en actitud hiperalerta (como si en cualquier momento fuera a ocurrir algo malo), etc.  

Es importante que en los próximas semanas se cuide algo más (que intente descansar, que se alimente bien), se exija algo menos a nivel personal y laboral, y pida ayuda práctica y emocional a las personas de su entorno. 

Que es normal tener estos síntomas durante un tiempo, pero que si exceden ese tiempo o su intensidad es muy elevada, que busque ayuda psicológica.

Tras una situación traumática, es habitual tener determinados síntomas en los días y semanas posteriores: insomnio, pesadillas, estado de hiperalerta, evitación de todo lo que nos lo recuerde, irritabilidad, problemas de concentración, ansiedad, estado de ánimo alterado, desconexión emocional... Si pasado uno o dos meses se continúa con estos síntomas, debería buscarse ayuda. 

Ante el fallecimiento de una persona querida y cercana,  los síntomas de duelo (proceso de superación del dolor por la pérdida)  suelen prolongarse durante un año. Pasado este tiempo, se debería buscar ayuda. 


QUE NO HACER CUANDO QUEREMOS ATENDER A UNA PERSONA AFECTADA POR UNA SITUACIÓN TRAUMÁTICA: 
- No presentarnos.
- Invadir su espacio
- No escuchar
- Intentar consolar con "tópicos": "la vida sigue", "no se preocupe", "todo va a ir bien"...
- Dar soluciones precipitadas, sin escuchar ni evaluar antes si son apropiadas. 
- No permitir expresiones emocionales. 
- No conocer dónde están los recursos necesarios (baños, agua, teléfonos...) y por tanto, no poder informar sobre ellos. 
- Dejar solo/a cuando la persona todavía necesita apoyo. 

     Aunque no seamos técnicos de servicios de emergencias, en nuestra vida es probable que en algún momento nos encontremos con alguna persona que acaba de  vivir una situación traumática  y se encuentre muy afectada por ello.  Al igual que prestar los primeros auxilios médicos puede salvar vidas, conocer cómo aliviar emocionalmente en estas situaciones puede darnos la confianza suficiente para prestar esa ayuda valiosa para la persona angustiada por dicha situación.

Imágenes del curso-taller sobre Primeros Auxilios Psicológicos organizado por Protección Civil de Cabanillas del Campo el 1 de diciembre de 2018.